Las Hospitalarias de la Santa Cruz dejan La Garriga

Autor: Víctor Rodríguez – Catalunya Religió

El 12 de marzo la residencia Nuestra Señora de Pilar de la Garriga se quedará sin las monjas que desde el año 1964 han tenido al cuidado. Las Hermanas Hospitalarias de la Santa Cruz una congregación catalana con raíces en el siglo XVIII, sufre, como tantas otras, la carencia de vocaciones y consecuentemente tiene que reestructurar su presencia allá donde tiene obras y apostolados.

“Nos sabe muy mal tener que marchar, pero la Congregación nos necesita en otros lugares”, explica Teresa de Jesús Acero, la superiora de la comunidad, actualmente formada por solo tres religiosas. En pocos días marcharán a nuevos destinos a pesar de que la residencia no cerrará y la Congregación seguirá siendo la titular del centro donde viven actualmente 50 personas mayores.

 “La residencia sigue y continuará funcionando como hasta ahora, pero sin que las monjas vivamos”, expone la superiora.

La hermana Rocío Remache, la más joven y proveniente de Ecuador, es juniora de votos simples y médica de profesión y conjuntamente con la hermana Remígia Plano, de 88 años e hija de Arbúcies, irán destinadas a la enfermería de la Congregación. La hermana Remígia con cerca de 90 años necesita un descanso y la hermana Rocío podrá ayudar a sus hermanas más veteranas gracias a sus conocimientos médicos. Por otro lado, la hermana Teresa Acero, de origen colombiano, irá a vivir en Barcelona, desde donde llevará a cabo la misión de coordinación pastoral en los centros de la Congregación, motivo por el cual se moverá mucho a partir de ahora. Como miembro del Capítulo de la Congregación seguirá visitando la Garriga para acompañar los residentes y sobre todo, a la nueva dirección del centro.

Con la marcha de las hospitalarias se cierra un capítulo de más de 60 años de presencia en la Garriga en el servicio y atención a los más mayores desde que llegaron para fundar una residencia para señoras.

“Queremos reconocer y recordar la gran tarea que las otras hermanas han hecho antes de nosotras en pro de los más mayores en la Garriga”, exponen con emoción las tres monjas.

Una despedida con precedente

Las Hospitalarias compartían hasta hace pocos años la misma calle de Cardedeu con las Franciscanas Misioneras de la Inmaculada Concepción, fundadas en la Garriga el 1859. La escuela que tenían estas religiosas fue reconvertida en Casa de Espiritualidad en ochenta, pero las monjas también se vieron obligadas a marchar por la carencia de vocaciones en 2021. Con el cierre de la comunidad, la casa acogió decenas de refugiados ucranianos en 2022 al estallar la guerra de Ucrania y hoy sigue abierta pero gestionada por una fundación educativa.

Si miramos más atrás, las Franciscanas Misioneras de la Natividad de Nuestra Señora, conocidas popularmente como Darderes y que gestionaban el Asilo Hospital de la Garriga desde los primeros años de su fundación, también dejaron la Garriga el 1999 por el mismo motivo, la carencia de vocaciones.

A pesar de la marcha de las religiosas, las misas en la residencia, que cuenta con una capilla propia donde el rector de la parroquia celebra las eucaristías los días laborables, continuarán realizándose cómo hasta ahora. “Las hemos querido despedir con una misa de acción de gracias después de tantos años de compromiso y entrega”, explica Santi Collell, rector de la Garriga. A pesar de la humildad y discreción de las religiosas, domingo 2 de marzo fue el momento cuando el pueblo de la Garriga las despidió y los agradeció su tarea hacia los más mayores. Con la marcha de las tres últimas hospitalarias esta villa termal vallesana se queda sin ninguna comunidad de vida consagrada.

Una casa de veraneo reconvertida en residencia

La Garriga cuenta actualmente con cuatro residencias para gente mayor. De estas cuatro, tres están situadas en antiguas casas señoriales de veraneo. En cuanto a Llar Nuestra Señora de Pilar, se trata de una magnífica construcción de estilo ecléctico del año 1900 construida por el maestro de obras Jaume Brossa para la señora Dolors Rates, Viuda de Vega, tal como muestran las iniciales en un esgrafiado de la fachada. La Congregación heredó la casa en los años 60 del siglo pasado y consideró de fundar una residencia para señoras.

Para adecuar una antigua casa de veraneo en una residencia con todas las comodidades en 1974 se construyó un nuevo cuerpo al jardín anexado en el edificio histórico sin modificar los vacíos de la fachada. “De este modo se conservaba la fachada de la casa original y al jardín se construía la parte dedicada a habitaciones de las residentes”, expone Lluís Cuspinera, el arquitecto que hizo la reforma el 1974. En aquellos años la casa no tenía ningún tipo de protección y las obras respetaron el diseño  de toda la fachada. Como curiosidad, conviene decir que durante la Guerra Civil, la casa estuvo ocupada por el comité local de la CNT y al acabar fue sede de la Falange local. En pocos años de diferencia, pues, entre las mismas paredes han vivido burgueses, anarquistas, falangistas y monjas.

Una congregación con raíces en el Hospital de la Santa Cruz de Barcelona

Como su nombre indica, las Hospitalarias de la Santa Cruz deben su nombre al lugar donde fueron fundadas: para atender los enfermos del Hospital de Barcelona, el de la Santa Cruz, que años más tarde sería conocido como Hospital de Santo Pablo al hacerse el nuevo edificio a tocar de la Sagrada Familia gracias a la deja del banquero Pau Gil, que pidió que su nombre también figurara en el nuevo hospital diseñado por Lluís Domènech i Montaner. Hoy en día es conocido popularmente como Hospital de Santo Pablo, pero su nombre oficial es Hospital de Santo Pablo y de la Santa Cruz. “Cuando yo entré a la Congregación en el Hospital éramos 93 hermanas trabajando”, recuerda con emoción la hermana Remígia. Eran unos momentos que la congregación sobrepasaba las 150 hermanas.

Si retrocedemos a los inicios, las hospitalarias empezaron a atender los enfermos como Pia Asociación por la demanda de la Administración del Hospital y con la hermana Teresa Cortès como primera superiora. No será hasta el 1927 cuando las Hospitalarias sean reconocidas como Congregación religiosa de derecho diocesano con Encarnació Canals i Teresa Albà como primeras superioras de la naciente congregación. El año 1962 recibirán la aprobación pontificia de sus constituciones, unas constituciones que Teresa Acero sostiene con emoción en las manos durante toda la entrevista.

La Congregación -que hoy cuenta con una cincuentena larga de religiosas- tiene residencias en Barcelona, Arbúcies, l’Esquirol y Logroño.

En Colombia tienen dos guarderías y una residencia, en Ecuador una escuela y una residencia en Chile. Es de estos países de donde provienen mayoritariamente las hermanas más jóvenes de la congregación. Hasta no hace muchos años, las Hospitalarias fueron las encargadas de atender los curas de la residencia sacerdotal Sant Josep Oriol, al barrio de les Corts, un apostolado que también tuvieron que dejar.

Si bien la sede de la Congregación está en el barrio de Sarriá de Barcelona, las hospitalarias tienen la enfermería en el barrio del Valle de Hebrón, donde hay la Casa Santa Cruz. Este bonito espacio fue adquirido por la Congregación en 1935 al comprar la antigua granja Santa Cruz, propiedad del Hospital de Santo Pablo, un lugar que situado a la vertiente de Collserola tiene mucha agua. La compra, por 180.000 pesetas, se hizo con la intención principal de destinar las instalaciones a casa de reposo para las hermanas más mayores, una función que todavía tiene hoy en día.

A pesar de las dificultades que atraviesa la vida consagrada actualmente, las Hospitalarias encaran el centenario de su fundación como congregación con ilusión y esperanza, siguiendo cuidando de los más grandes y de la educación de los más pequeños “viendo siempre a Cristo en los más necesidades”, como recalcan las monjas.