Autor: Luis Merchán Meimón (RHS. Residencia Santa Cruz)
Se dice que las personas que viven con buen humor, no lo hacen “como si nada”, sino “pese a todo”, y quizás ahí está el gran secreto. El sentido del humor, el reír, el intentar pasarlo bien, es un motor fundamental en nuestro día a día. Somos seres sociales por definición, queremos compartir nuestras vivencias, nuestros recuerdos, nuestra vida con los demás, y si a eso le impregnamos pinceladas constantes de humor, la experiencia es más adictiva. Como dijo Freud (1963), consideraba el humor como mecanismo de alivio emocional, una defensa que permite enfrentarse a situaciones comprometidas sin sentirse abrumado. Y que cierto es que afrontar situaciones complicadas con humor, nos da una visión menos preocupante de las mismas.
Cuando nos hacemos mayores, por lo general, es algo que vamos perdiendo, ya que va acompañada de otros factores como la ilusión, el bienestar físico, nuestra situación social, etc. Sobre la salud, los beneficios de la risa son innumerables, y es importante tratar de buscar el momento, para hacer reír a nuestros mayores, y con ello, nosotros también.
El sentido del humor y la risa, son vitales. Es nuestro escudo contra todo lo que nos intenta agredir, y es por tanto, parte esencial de los cuidados que podemos ofrecer a diario. Por ello tenemos en nuestra mano, una herramienta muy potente para luchar contra el desgaste que sufren nuestros mayores a diario. “Nunca se pierde tiempo al contar un chascarrillo gracioso, en dar cariño, en bailar, en dar un beso que dibuje una sonrisa. Nunca se pierde tiempo, se gana vida”